NAVIDAD, APRESURADA NAVIDAD!
Luces de colores allá por donde vayamos, por nuestras ventanas asoman “Papás Noeles”, los árboles de navidad ya se sacaron de los trasteros, hasta mi vecino que es un ateo redomado tiene a los tres reyes magos repechando por su balcón.
De todos es sabido que la navidad es ya un evento que no dura apenas dos semanas. Hoy en día, no hace falta ser un hombre a una nariz pegado (como diría Quevedo… el poeta, no el futbolista) para poder oler la navidad en verano. Nuestro flamante Luz Shopping tiene sus luces bien peripuestas desde hace ya semanas, las calles de nuestros pueblos están bien adornados desde hace días, los portales de Belén visten nuestras casas desde hace ya… ¡quién sabe cuánto!
Mi cuñado tiene los regalos de los niños en la despensa desde hace un montón de tiempo (“Cuñao, es que si lo compras en agosto te ahorras unos eurillos”). Para el niño el “Cocodrilo Tragabolas” y para la niña el “Quién es Quién” (“Cuñao, eso lo has comprado en agosto, pero en agosto de 1992”)
- Dóctor, ¿qué es lo que me está pasando?
- Pues sufre usted un claro caso de “Naviditis Aguda”
- ¿Y me salvaré? Dígame lo que debo hacer para sobrevivir.
- Pues cambie los polvorones y alfajores por naranjas y plátanos, sustituya el anís por vino fino de la tierra, y reemplace los villancicos por bulerías de Jerez… y verá como todo mejora. ¡Mano de santo!
Pues sí, gente, que la navidad está muy chula, que el personal es una jartá de buena persona en estas fechas, que hacer sonar la botella de anís está al alcance hasta del que tenga menos oído, que jugar al “amigo invisible” es muy divertido… pero es que en unos años me estoy viendo cantando villancicos con bañador y chanclas.
JUANCHO
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